Acapulco, en el Estado de Guerrero, México, es un destino que invita a «flotar» y que produce sensaciones infinitas, uno de los puertos más afamados y bonitos del mundo.
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Mis muy buenos recuerdos.
Cuando era pequeña íbamos los fines de semana a la casa familiar para descansar, cuando naces ó vives en la Ciudad de México, viajar a Acapulco es frecuente. Aquellos viajes a los que me refiero, eran maravillosos. Los sábados, ya estando en la casa de mi tía Alicia Romay, y después de desayunar unos huevos rancheros con salsa y frijoles, salíamos de casa rumbo al Club de Yates para embarcarnos y pasar el día entre olas y «picaditas», (las picaditas son una especie de crepes hechas al momento, con harina de maíz y asadas en un comal de hierro, a las que se les pone salsa verde y queso) el crucero, siempre estaba acompañado de los pescadores que nos ofrecían los mariscos que cogían allí mismo con sus propias manos, los pescaban debajo del barco, después nos acercábamos a la playa de Pichilingue, nos tirábamos al agua y nadábamos hasta la orilla, disfrutábamos tomándonos un ten ten pie allí y volvíamos al Club.
El plan más adecuado para disfrutar de Acapulco es simple, hay que despertar y mirar el mar, hacer deporte muy temprano antes de que el sol apriete, tomar un buen desayuno mexicano a base de chilaquiles o huevos a la mexicana, fruta tropical: papaya, mango de manila…, y prepararse para ir la playa, a la piscina o al barco, tumbarse relajadamente e irse dando baños (el agua de la piscina y el mar siempre está tibia), a media mañana hay que empezar con el aperitivo, que puede ser guacamole con totopos o cacahuates con limón, también sirven pepino o jicama acompañados, si se quiere, de chile piquín y limón, mucho limón, un refresco o cerveza light bien fresquita, seguir relajado, irse preparando para el almuerzo que puede ser un pescado huachinango a la plancha con verduras, siempre con una salsa al lado por si uno quiere que pique un poco y frijoles de la olla o refritos.
Llegar a Acapulco es flotar, soñar, es caminar «sin tocar el suelo»…La suma de calor, sol, humedad, colorido, comida y ambiente, hace que sea uno de mis destinos favoritos, eso sí, hay que ir preparado, el clima es siempre delicioso, caluroso y húmedo. La experiecia merece la pena.